Caramba

miércoles, junio 20, 2007

Tenía terrible columna de Sex and the Tortellini sobre ascensores. Ayer me volvía en el taxi más ladrón de la historia y pensaba cómo se me había pasado ese sublime monumento de acero que sube, baja y se rompe (especialmente si es feriado). Nunca siquiera mencioné sus variadas funcionalidades espejísticas e ignoré al ajuar de diferentes personajes con el que me encuentro dentro a diario. Me imaginaba algo muy a lo Benedetti, bien bueno, sin los barroquismos estilísticos en los que usualmente caigo al escribir.

¿Se imaginan lo
bueno que hubiese estado? Yo en el Centro, trabajando (tal como se debe en un feriado laborable) y en vez de comentar algo sobre la tripleta de feriados (todos laborables, dios), ponerme a discutir sobre el maravilloso mundo del ascensor y las connotaciones sexuales-fantasiosas que eso conlleva.

Onda, acá no pasó nada. Onda, no me picó el morbo montevideano y no me mandé por lo menos tres veces la caminata hasta 18 de julio para ver si pasaba alguna manifestación. Onda, no me sentí una idiota cuando me di cuenta que, si hubiera averiguado algo antes, ya sabría que por mi zona no pasaba nada.

Onda, en serio, media pila: el ascensor. ¿Quién no ha utilizado sus servicios meteorológicos alguna vez? ¿Quién no se ha fijado si tiene orégano entre los dientes, haciendo uso de sus inmaculados espejos? ¿Quién no ha caído en la fabulosa tentación de, a pesar de ser un ‘adulto' (porque de adultos no tenemos nada acá en Uruguay), apretar todos los botones y cagar al zopenco que viene atrás?

¿Quién no tiene anécdotas de personas que lo llaman desesperadamente, apretando el botoncito una y otra vez, como si eso fuera a apurarlo? ¿A quién no lo han cargado en un ascensor? ¿Quién no ha entrado a uno y se ha encontrado con un espécimen humano tan pero tan espectacular, que ameritó el que uno ojee el botoncito que lo tranca? Mmm, el ringringring de un ascensor mal cerrado. Y el que se encuentre libre de culpa, que suba por las escaleras.

Allí me encontraba, sumergida en mis propios pensamientos vía Rambla-Sarmiento-Rambla, cuando una clara voz femenina interrumpió todo pensamiento que me desviaba de la realidad. No había otra. Onda, acá sí pasó algo, y la chica que invadía mi aura sonora me lo recordaba. Emanaba insistentemente de la radio roja y plateada del palio negro y amarillo del taxista de buzo bordeaux y blanco. Y decía:

"El presidente dice nunca más al terrorismo de Estado y manda una camioneta de la guardia republicana, a reprimir compañeros que comparta o no sus métodos, estaban manifestándose pacíficamente".

Ay, ay, ay, ay, ay. Ahora quemar llantas es algo pacífico. Ajá.

Qué lindo, qué inteligencia. Esas personas a las cuales querés convencer de que esto es una causa digna de justicia, aquellas personas que hablan del 'terrorismo tupamaro' cada vez que alguien siquiera toca lo que fue el terrorismo estatal, a esas personas que te ven como un salvaje ignorante que solamente quiere disfrutar de un libertinaje anárquico en tu fase de adolescente con hormonas exacerbadas comprometido con causas políticas debido a tu patética frustración sexual...


¿pensás que esas personas te van a escuchar cuando estás quemando llantas por 18 de julio?
¿Pensás en serio que los australopitecus neandertales a los cuales les querés entrar algo en la cabeza van ahora a mirar más allá de tus acciones y a escuchar tus justos reclamos? Disculpá, no, ¿pero a vos te pateó un raviol?

En fin, feliz día del abuelo atrasado. Fue lo único festejable ayer.

*Debo posts. Sí, ya sé que no escribo nada desde marzo. No, mi blog no está hibernando, aunque me muera de ganas de ser oso en este momento. Solamente no tengo mucho qué decir.
Proudly designed by | mlekoshiPlayground |