Sex and the Tortellini: Pepeperepepe

domingo, diciembre 31, 2006

Me siento ante mi notebook plancha (le faltan algunas teclas) a escribir el quinto fascículo de Sex and the Tortellini. Tal como me lo fue establecido por demanda popular, se trata sobre las despedidas de fin de año de una empresa tipo y todas las divertidísimas y/o alocadas características que estas conllevan. Es fascinante juntar a un puñado de hombres y mujeres que trabajan juntos y ver como las cosas comienzan a desvirtuarse en proporción a la medida de alcohol en la sangre.

Dejémonos de festejos: una despedida de fin de año es una competencia entre todos los presentes para ver quién aguanta más. Lo interesante es que es una competencia que encuentra dentro de sí a otras competencias menores – siempre habrán dos hombres que luchen por obtener el título de "Mayor Tomador de Cerveza En Despedida 2006", uno que siempre intentará consagrarse como el "Hombre Más Ladilla y Cargoso y Probablemente Calvo" y una que no pare hasta convertirse en la "Mayor Para-Pitos Cuando Se Encuentra en Estado de Ebriedad". Claro que la locomotora de la empresa intentará obtener todos los premios, sin importar a qué sexo pertenezca. Y, probablemente, lo conseguirá.

Alcohol, hormonas exacerbadas, retroceso mental acompañado de cánticos demandando el ya clásico "piiiiiquiiiitooo, piiiiiquiiiitooo", los "ah, no me acuerdo" del día siguiente... la verdad es que sí, sería un lindo post. Tendría que escribirlo.

Pero ahora no puedo, anoche fue la despedida de fin de año con la gente del laburo y tengo una resaca que me muero (el 8 de enero, cuando vuelva a trabajar, probablemente reciba mi consagración por aguantar 12 horas de joda co
ntinua).

Feliz año, gente.
Se solicita una tirada de Bloody Marys a la marchanta... urgente
Catatonias: el que no comenta es puto.

Sex and the Tortellini: Jugando a Papá Noel

domingo, diciembre 24, 2006

El jojojo de Papá Noel ya resuena en el colectivo mental capitalino, al son de cánticos borrachos provenientes de fiestas de fin de año e imágenes de arbolitos decorados con chirimbolos resplandecientes. La gente sonríe con más frecuencia, los niños esperan ansiosos y escriben e-mails a papanoel@tata.com.uy / @tiendainglesa.com.uy / @portones.com.uy / @geant.com.uy y los puestitos de jazmines proliferan en las esquinas, peleándose con aquellos que venden fuegos artificiales.

Señores y señoras, han llegado las fiestas. Y con ellas, claramente, los festejos en todo ámbito de nuestra vida – especialmente el laboral. A continuación, veamos un mero ejemplo de este tipo de festividades.

El amigo invisible
Supongo que la práctica de esta simpática forma de quedar bien con todo el mundo sin pagar más de 100 pesos es común a la mayoría de los trabajos montevideanos y del mundo.

En teoría, es una idea genial; se compra una botella de vino y se la regala a la persona cuyo nombre se encuentra en el papelito que tomamos al azar. Espectacular. Si una botella no nos convence, existen millones de alternativas también: una billetera, una lapicera, bombones, tazas, un gato... bueno, tal vez un gato no sea el estándar, pero en algún lugar tenía que mechar que a mi amigo invisible del laburo le regalé un gatito. No shit, a veces me sorprendo a mí misma de lo ídola que soy.



Vamos todos.... awwwww!

Lo interesante, sin embargo, sucede una vez que dichos regalos se entregan, ya sea durante un break laboral o mismo en la afamada fiesta de fin de año de la compañía. Si alguien es lo suficientemente croqueta como para no saber quién se lleva con quién dentro de la empresa, solamente basta con presenciar este acto de regalar para saberlo.


Todo regalo que suponga un gasto mayor al máximo establecido (y vamos, si realmente te llevás con la persona, es prácticamente un requisito que gastes por lo menos 100 pesos más) es entregado a una persona que es amiga; y más si es 'personalizado'. Por otro lado, si uno es lo suficientemente pera y amargo para no haberse dado cuenta antes, tal vez tampoco haya siquiera asistido a dicha entrega navideña.

No estoy hablando de que si a Marianita de contaduría le gustan mucho los bombones entonces Pedro de recursos humanos es el mejor amigo por una pedorra cajita con dos Ferrero Rocher (pero seguí así Pepe, me contaron que Marianita se pone cariñosa con un poquito de alcohol encima; asegurate de rellenarle el vaso durante la fiesta de fin de año).

Tampoco se trata de que Fabio sea recontra cercano a la nueva secretaria, que tiene su escritorio forrado con fotos de tomates y siempre viste de rojo, por regalarse una tanga carmesí. No, señores, Fabio es un desubicado que se quiere hacer el güiner y no le sale (porque además, cuánto apuesto que el asqueroso encima se la compró en la feria y con un 40% de descuento por ser usada).


¿Cuál es para el amigo invisible y cuál es para mamá?


Realmente, no sé de que se trata, pero en todo caso, hacer de Papá Noel una noche es sumamente importante si se quiere mantener un nivel de conversación saludable a la hora del almuerzo antes de que todo el mundo se vaya se licencia. Esto, obviamente, no se remite solamente a posteriori; aquella regla implícita que consta en no decir quién fue que te tocó este año para regalarle fue creada para ser rota. Y si no me creen, pregúntenle a cualquier persona perteneciente al sexo femenino que trabaja con ustedes cuántos compañeros acudieron en su ayuda para comprar el regalo de su amigo invisible.

Si de todas maneras lo único que les importa es recibir su botella de vino barato e irse a tomarla mirando reruns de Six Feet Under, no pueden decir que no les divierte averiguar quién fue el pobre infeliz que le tuvo que regalar al jefe – y qué le regaló exactamente. Más aún, cuál es la reacción del jefe ante el regalo: un incómodo "eh... gracias... por este... eh... ¿qué es esto?" justo antes de excusarse para ir al baño y culpar al water de haberlo atacado y amenazado con cortarle todo si no le entregaba el regalo. Re loco, hasta la cadena se tiró sola.


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¡Feliz Navidad! Y no me vengan con que son judíos o ateos o wicca o lo que sea, porque la Navidad dejó de ser cristiana en el momento en que la descubrieron los shoppings. Y a modo de milagro navideño, les dejo mi regalo, un tanto inusual para Catatonias: les concedo una primicia periodística y exclusiva de este medio.

Debido al gran éxito de aquella publicidad en la cual una niña, inconforme con los regalos que Papá Noel le fue dejando a lo largo de los años, le solicita a su padre que él sea quien se los compre esta Navidad, millones de niños que alguna vez han experimentado la desilusión de no encontrar un playstation debajo del árbol han optado por lo mismo. Papá Noel se ha convertido en un desempleado más y se mudó a Cabo Polonio, resignado a vivir de la venta de artesanías.

El calor de estos días lo ha obligado a afeitarse y perder 20 kilos. Fuentes cercanas también aseguran que en el 2007 se cambiará el nombre a Patricio J.O. Nogueira y comenzará su carrera política en vistas de postularse para candidato a presidente en las próximas elecciones con el apoyo de su propio partido político, compuesto por todos los miembros más bajitos del senado. La elección de los mismos estaría marcada para marzo en el pelotero del McDonalds de Montevideo Shopping.


A continuación, el análisis subjetivo de esta noticia: :(

No dejen que sus niños lean Catatonias. Es hardcore.

Embole verde con borde dorado

viernes, diciembre 15, 2006

Tal como le sucede a todos los seres humanos habitantes de este yanquizado planeta, a la autora de este mediocre blog con súper títulos naranjas y headers verde manzana, le llegó el día del cumpleaños. Esa concepción de tener un año más lleva a uno a la filosofización. Word me está marcando que, efectivamente, tal palabra no existe y por ende, la acabo de filosofar.


Desde la concepción de este querido blog, he estado un poquito más al tanto de aquello que pasa a mi alrededor sobre qué exactamente escribir dentro de esta burbuja catatónica inmersa en la web.
No es fácil. Últimamente, todas las conclusiones a posibles posts que se van generando en mi cabeza son símiles a aquel cliché que se resume en la frase 'pucha, que la vida es rara'. La mitad de dichos posts estarían revelando demasiado sobre mí como para que yo me sienta cómoda con que éste sea un eventual pit-stop de alguien que se perdió un lunes a las cuatro de la mañana buscando fotos de Pampita en Google; la otra mitad no tiene ni principio ni fin.

Son lo suficientemente aburridos como para que mi ADD se dispare a niveles alarmantes y termine persiguiendo a una libélula en pleno centro montevideano sólo para darme de cara contra un carrito de hamburguesas. Nunca me pasó, pero si alguna vez le fuera a pasar a alguien... cagué. Y con mi suerte, el pote de ketchup será el único en caer justo sobre mi cabeza, mientras que la mayonesa permanecerá erguida y triunfante sobre un chorizo extra Cativelli, burlándo
se de mí por no haber salvado a la lombriz.

En fin, es muy difícil no convertir al blog es un espacio dedicado a mis experiencias personales, redactadas como si fueran anécdotas de un púber quinceañero que se pinta las uñas de negro y escucha a Death Cab for Cutie mientras fantasea sobre gillettes y un mundo donde 'lo interior es lo que cuenta'.


Cualquiera podría decir:
"bueno, che, entonces escribí sobre lo que ya sabés". Pregunto yo, ¿qué gracia tendría eso? ¿Ustedes realmente quieren saber qué se usará este verano? ¿Quieren conocer sobre las mil y una dietas fallidas que he intentado en menos de 24 horas ante el perturbado reconocimiento que en un mes tengo que entrar en un bikini? ¿Piensan que sería interesante una descripción exhaustiva que detalle por qué los pelirrojos son, fueron y siempre serán más sexy que los morochos de ojos azules? ¿A qué iba todo esto?

Sí, este es un post sumamente trivial y sí, me siento culpable de someterlos a mi verborragia (otra palabra inventada, según Word) a la una y media de la mañana. Así que dejémonos de joder:

El blanco, el negro, el marrón chocolate y el verde son los colores del verano. Al plateado lo cambiamos por dorado, todo se usa un talle más grande menos los jeans chupín, los collares que sean lo más largos posibles, si van a usar el rojo combinenlo con el azul al mejor estilo marinerito y por dios hay unos zapatitos de leopardo en Vicky Ortiz que si alguien los compra antes que yo, los reviento (lo mejor de estas fiestas es el convertirse en una oveja más del cúmulo fluctuante en los complejos de compras capitalinos, sin tener que sentir cómo la conciencia se ensucia de a poquito. Gracias, marketing).

Acá también les dejo la foto de Pampita en bikini congelándose en Bariloche o algún lugar así.


Pucha, que la vida es rara.
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