Buscaría una cita de El Principito pero me da pereza

miércoles, junio 20, 2012

El siguiente es un borrador de mi charla para TEDx el año que viene. No porque vaya a hablar, pero una siempre tiene que estar preparada. Pensé abordar el tema de la misma forma que quienes suelen hablar ahí: hablar de un problema debilitante de mi vida, cómo lo superé y sacar de eso algún consejo genérico para la muchachada que los haga sentir bien a pesar de haberse prostituido por una entrada.

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Cuando yo tenía siete años o capaz menos, la pediatra que me atendía hizo unos numeritos en su calculadora y lo que descubrió fue tan impactante que en seguida llamó a mi mamá. "Cuchame, Moira," le dijo. "Cuchame: tu hija cuando tenga 18 años va a medir 1 metro 80 y pesar 50 kilos. ¡Cuerpito de modelo!"

Seguramente en ese momento, mi vieja se tranquilizó, se sirvió una copita de vino, se sentó y se sonrío a sí misma. "Estas son buenas noticias", pensó. "Al menos si no me sale inteligente, me va a salir flaca". Porque todas las madres desean que sus hijos sean inteligentes y esbeltos.

Bueno, aquí me ven. (Ese es el remate del chiste).

Lo que me molesta del incumplimiento de la profecía no es necesariamente que lo más flaca que estuve en mi vida fue a los 60 kilos (y tenía venintitantos) ni que me quedé a cinco centímetros de la altura estipulada (ya bastante problema tengo con los altos que prefieren a las petizas, ni entremos en ese tema). El problema es que la pediatra se olvidó de medir una cosa. Y esa cosa es hasta más importante que el peso, la altura, la fineza, el trabajo y la legalización de la marihuana.

La conchuda se olvidó de pronosticar cuánto me crecería la nariz.

"Ay, pobre Tefa, fijate, heredó una mezcla de nariz de su abuela inglesa y de mi familia", decía mi vieja. Para que se hagan una idea, las mujeres de la familia de mi vieja suelen tener narices súper fuertes con jorobas, donde guardan el glamour por las dudas de encontrarse en un desierto de cantes. Mi abuela inglesa tiene nariz-gancho, como los griegos y las águilas.

De chica, tenía pavor que los demás nenes se convirtieran en inteligentes, sumaran uno más uno después de ver Pinocho y me acusaran de ser terrible mentirosa. Cuando era adolescente -qué asco la palabra adolescente, es re de empleado público- leí en una nota de una revista de esas huecas que las narices estilo tucán demuestran que quienes las portan tienen una gran personalidad. Me gustó mucho hasta que me di cuenta que evidentemente hay que cultivar una gran personalidad cuando tenés un pendorcho que te cuelga de entre los ojos en todo momento.

Siempre tuve problemas para encontrar lentes de sol que me quedaran bien y no me hicieran parecer una avestruz. Tengo estudiado exactamente cómo mirar a la cámara para evitar ser etiquetada en Facebook en 3D. Encima, yo sí creo que mi nariz grande me hace más sensible a los olores. Pregúntelen a cualquiera que haya salido conmigo. La frase que siempre temen no es "tenemos que hablar" sino "¿qué mierda comiste hoy hijo de puta?".

Pobre mi vieja. Además de ser la oveja negra de la familia, le salí narigona y no-modelo. Al menos te prometo, mamá, que a veces soy inteligente. Y además, soy la persona de nariz grande más linda del condado. Te lo prometo.

CARPE DIEM, CHICOS.

Momentos de la vida en que es bueno no pensar demasiado

sábado, mayo 19, 2012

  1. Cuando vas a un telo. No te pongas a pensar quién estuvo antes. Quién cambió las sábanas. Si cambiaron las sábanas. Si echaron agua jane en todo el establecimiento, fregaron, lo inundaron en nafta y lo quemaron para después construirlo de vuelta y abrirlo para esperar a los huéspedes del próximo turno.
  2. Cuando estás en un boliche y todos están mamados. No te pongas a pensar si ese con cara de triste recién dejó con la novia, si esa vomitando atrás del auto está compensando porque siente que no la quiere nadie ni si el mozo se lavó las manos después de ir al baño y antes de destaparte la botellita twist-off, la cual te entrega con una ebria sonrisa. Hay una razón por la cual en nuestra evolución como seres humanos ahora nos emborrachamos en nuestras casas (la conocida previa) y vamos ya borrachos a estos establecimientos.
  3. Cuando estás enfermo. No pienses si el resfrío tendrá que ver con el pelo encarnado que te salió en la teta, si el hecho de que estás meando cinco veces más al día estará relacionado con el dolor de espalda (y no el hecho de que estás tomando diez litros de mate para mantenerte despierto, aunque si lo pensás, capaz que el estar tan cansado tiene que ver con la uña encarnada del pie derecho que te salió justo después de empezar a tomar el antibiótico para curar el resfrío) y, hagas lo que hagas, no busques los síntomas en internet. Siempre te da que es cáncer.
  4. Cuando te gusta alguien que ya reiteradamente te ha dicho que no está interesado. "Pero fijate, ahora sacó las fotos de la ex de su Facebook y está posteando frases de Arjona". Está pronto para coger y busca idiotas. "Pero no, fijate, en Twitter puso que es un #foreveralone y dijo que está deprimido y que está lloviendo y que quiere hacer cucharita". Este sábado va al Rodó. "Pero no, boluda, salió que en Netflix estaba mirando Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos y vos fijate que es mi película favorita y es como un mensaje, porque no se anima a decirme que cambió y que ahora sí quiere estar conmigo". Consiguió que la huequita fan de Arjona que se levantó en el Rodó vaya a la casa "a mirar una peli" y puso la más de minita que encontró. Gracias, vos, por pasarle la sugerencia. 
  5. Cuando estás gastando demasiado en una única prenda de ropa. En realidad esto es un consejo pésimo, pero necesito sentirme mejor conmigo misma y no me miren así, no me juzguen, necesito sentirme linda, NECESITO AMOR, POR QUÉ NO ME QUIEREN. Putos. 
  6. Cuando hace décadas que no actualizás el blog. Chau.
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