Posible amenaza de muerte felina

viernes, agosto 10, 2007

Porque soy re actual y re informada y me re interesa el re rumbo de mi re profesión, estoy subscripta a un montón de newsletters que giran en torno al mundo del marketing y los medios y que llegan día a día a mi casilla de correo laboral. (Y ya pido perdón por el post más escrito a los rajes de mi vida.)

Este spam, como muchos de mis compañeros lo califican, es usualmente semi-leí
do por mi hermosa persona entre periodos de concentración (cada veinte-treinta minutos) o, si estoy muy a millón, es eliminado sin mayores sentimientos de culpa y/o percances afines.

El Word of Mouth M
arketing Association (WOMMA para los amigos) es, bueno, una organización que gira en torno al marketing viral. Como se deben imaginar, hoy me llegó su newsletter semanal y en fin... a meros días de declararme no-periodista, me encuentro escribiendo sobre periodismo. Qué loco, ¿no?

Resulta que el pasado miércoles 1° de agosto, un panel del congreso americano votó a favor de que los periodistas de dicho país puedan mantener a sus fuentes confidenciales. Básicamente, si el día de mañana una persona se acerca a un periodista para decirle que Bush se la come doblaba y pide por favor que no se divulgue su nombre ni diga de dónde sacó la información (y, efectivamente, resulta verídico que Bush se la come doblada y con salsa cuatro quesos), el periodista finalmente podrá hacer eso y así proteger a su fuente.

Las ventajas a esto son muchísimas: en primer lugar, la fuente de la información no va a sufrir represalias por haber compartido tal información con alguien que, seguramente, la publicará para informar a la población sobre las andanzas de su mandatario. Por otro lado, que una fuente pueda ser realmente secreta incitará a que personas que sepan este tipo de información no tengan tanta miedo en compartirla con quienes la pueden comunicar. Si mañana Rosa, la empleada de la Srta. Arroz, filma a su patrona recibiendo terrible coima, podrá llevársela a un periodista sin tener miedo a perder su trabajo.
Rosa, una belleza real según Dove

Más aún, y demostrando mi lado ultra idealista, si quienes se están portando mal se dan cuenta que cualquiera los puede vender y que nunca se van a enterar quien los delató a los medios, esto puede llegar a ser un incentivo a portarse bien solo basado en su poder panóptico. No lo digo solo porque posiblemente les de muchísima pereza tener que esconderse aún más, sino porque tal vez, en una de esas, si cruzamos los dedos, tiramos una moneda a una fuente, no nos mandamos al estar una vez que mamá y papa se durmieron para comer las galletitas que le dejamos a Papá Noél y le dejamos pastito a los camellos de los Reyes Magos, van a pensar que por ahí no vale la pena.

Esto es buenísimo. Pero, lo interesante, es que no solo le otorgaron este derecho a los periodistas, sino que también a los bloggers profesionales. O sea, si en el día de mañana el blogger O’Br
ien publica en su blog que Dick Cheney mató a un homosexual a puñaladas luego de vestirlo con un turbante rosado y pedirle a gritos que le recite el Corán, y esto resulta ser cierto, ningún juez podrá dictaminar que O’Brien deberá divulgar quien fue su fuente.

Claro que uno debe ser un blogger profesional para poder disfrutar de este nuevo derecho; quien escribe debe constatar que parte de sus ingresos (o la totalidad de los mismos) deriva de su blog. Sin embargo, la brecha entre periodistas y bloggers se sigue achicando y cada día son más los bloggers que viven de su profesión como tal.

Qué lindo el primer mundo. Pensar que hoy en día, en Uruguay, un periodista puede ir preso por hablar mal de un político – pensar que cualquier juicio hecho a un periodista sobre información publicada en un medio puede ser penal. Juicio penal por decir cosas que tal vez a algunas personas no le gusten. Si el día de mañana me entero que Mujica habla perfecto español pero se come las eses por gusto y marketing, y que la foto a la izquierda es una ilustración exacta de su güinnerés, no voy a poder decirlo. Puede ser la verdad más grande del mundo, pero si Mujica se siente injuriado por la noticia, yo mañana puedo ir en cana. Qué linda la libertad de expresión.

Pensar que el otro día me enteré* que Daisy se mudó a un hotel para vivir más cerca del laburo, y que esa habitación diaria de hotel la pagamos nosotros quienes pagamos impuestos. Pensar que no puedo decir nada.

Ahora, tengo una duda. Supongamos que les cuento lo de Daisy. Supongamos que Daisy se entera el fin de semana durante su habitual sesión de auto-googleo, en el cibercafé que se compró porque el business center del hotel le quedaba muy lejos. Supongamos que le da color y le importa lo que diez lectores locos pueden llegar a pensar sobre ella; es más, supongamos que está extremadamente aburrida y me inicia un juicio penal. ¿Bajo que jurisdicción caigo yo? ¿Bajo la de blogger – cuyo servidor se encuentra convenientemente ubicado en EEUU – o bajo la Uruguaya, donde habita mi notebook plancha con el cual escribí esto?

Che, ¿algún abogado por ahí? Porque sépanlo, si la respuesta es la primera, ya desato al gato de mi hermana de la pata de la mesa, le saco un par de fotos, las subo, agrego un botoncito de PayPal en el blog y amenazo con matarlo si no me envían copiosas cantidades de dinero**.

* Supongamos que mi fuente no es mi madre.
** Copiosas en términos uruguayos, claro. Con un par de donaciones yankees ya estoy.

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste una reina?

domingo, agosto 05, 2007

Es hora de asumir lo inevitable: no voy a ser periodista. La vida me ha otorgado demasiadas oportunidades en campos diversos que nada tienen que ver con el periodismo. Eso y, aparentemente, mi forma de escribir se lleva mucho mejor con el Marketing que con la noticia seca. Lo confieso, Nelson. El periodismo no me incita la pasión suficiente para tirar una silla de una esquina a la otra de un salón de clase. Soy una bolsa de Portland. ¿Y qué?

Pero eso no significa que me haya dado por vencida. Ah, no, no
. Si no me quieren publicar por las buenas, me van a publicar por las mías. Es así como este fin de semana, mientras dormía la quinta siesta inspirada por el clima de mierda, se me ocurrió EL plan maestro. Qué plan, por Dios. Qué plan.

Me estoy poniendo vieja y como consecuencia directa de esto, decidí ocupar el poco tiempo disponible que tengo en escribir cartas de quejas. De esta manera, me dejo de hacer la pendeja y asumo mis 23 años. Pero además, mi meta es practicar con cartas dirigidas a alguien en particular para después poder llegar a la meta última: ser publicada en Ecos de El País, o que cuando llegue a los 60, me pregunten qué fue lo destacado de la semana y ser publicada en la misma página.

A que no contaban con mi astucia. Me llevará tiempo, queridos periodistas, pero algún día seré parte de su elite. Y solo para que se vayan preparando,
aquí van algunas muestras de mi fabuloso plan:

Estimado Sr. Cadbury;

Le escribo desde Uruguay por una publicidad que promociona uno de sus chocolates en este país. Reconozco que, sinceramente, a Ud. le podría bien chupar un reverendo huevo qué piensan los uruguayos sobre sus publicidades, especialmente considerando que no pasamos los 3 millones de habitantes (de los cuales 500,000 ahora viven en España). Sin embargo, algo me dice que esta publicidad también es transmitida en países vecinos, tales como Argentina y Chile (solo que en Chile le cambian los tonos de voz).

En fin, vayamos al punto. La publicidad en cuestión muestra a un par de mujeres en excepcional estado físico comentando sobre la última vez en que se sintieron unas reinas. El aviso, finalmente, deja implícito que el comer un chocolate Cadbury hace sentir a las mujeres como unas reinas. Eso es todo, es un mensaje simple, entendible, y directo.

Disculpe, Sr. Cadbury, y con todo respeto y en una buena: ¿Ud. es idiota? No, en serio. El segundo en que una mujer termina de comerse una barra entera de chocolate no puede, bajo ningún concepto, considerarse el equivalente al momento en que una se siente como una reina. Además, realmente no puedo entender la insensibilidad de que alguien como Ud. esté incitando a las mujeres a comer chocolate cuando solamente quedan tres o cuatro meses para el verano.

El segundo en que una mujer termina de comerse una barra entera de chocolate, es el momento en que comienzan las culpas, las promesas de dietas nunca cumplidas, las preguntas sin salida a sus parejas, las corridas al shopping a gastar dinerales en zapatos "porque los pantalones seguro no me entran"... claramente, lo más alejado posible de ser una reina.

Tal vez Ud. no se de cuenta que 'sentirse una reina' en esta parte del mundo es sinónimo de sentirse bien, no una gorda, fea y vieja como la Reina de Inglaterra. Es una equivocación comprensible, supongo. No importa, Ud. sigue siendo un puto.

Saludos cordiales,

D.I.T

PD: A pesar de su estupidez, sigan así con lo de producir productos Fair Trade. Es más, ¿por qué no recicla el aviso en cuestión y lo pasa en África? Auguro que tendrá muchísimo más éxito allá.

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Estimada Srta. Sedal;

Ni me voy a molestar en una introducción para esta carta. Sí voy a ofrecer mis más profundas condolencias, aunque me alegro muchísimo sobre su inclusión en el libro Guiness de los records. Debe ser una gran condecoración ser reconocida como la primera persona en el mundo que logró que sus neuronas se suicidaran colectivamente sin tener que pertenecer a ninguna secta.

Le recomiendo el siguiente link: http://es.wikipedia.org/wiki/Gravedad. Estoy segura que será de gran interés para Ud. Por las dudas, el mecanismo es simple: solamente dirija su mouse sobre la dirección y presione el botón que se encuentre a la izquierda (sobre el mouse). Luego, lea lo que aparece en la página. Cualquier cosa, si necesita que alguien se lo lea por teléfono, por favor responda a este mail y no tengo ningún problema en llamarla y leerlo. Estoy hasta dispuesta a ir a su casa e ilustrar lo mencionado en el artículo con dibujitos.

Saludos cordiales,

D.I.T

PD: Fuck it. Te ayudo:

Sexy!
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