Sex and the Tortellini: Entre Sniffs y Otras Cosas Más

viernes, febrero 09, 2007

En poco tiempo, el trabajar se convierte en un relojito rutinario con ruiditos de teclado en vez del clásico tic-toc. El mismo horario, el mismo ciclo de tareas (todo llega a un full circle eventually), los mismos compañeros, las mismas salidas, los mismos almuerzos... se estarán imaginando al burócrata sumergido en papeleríos esperando segundo a segundo la hora de la salida, mientras la taza de café a su derecha se rellena diecinueve mil veces al día y sus ojos salomonenses saltan de sus órbitas poco a poco, ya rojos y desgastados por estar encerrado en un cubículo oscuro solamente acompañado por el zumbido del ventilador de la computadora.

Tengo la suerte de decir que, para mí, no es así.

Aunque sea la mejor pichona de diva que flota por la internés, le tengo miedo a todo. Al fracaso, a los perros, al flan, a las grasas, al morir sola, al
ridículo, a la humillación, a mi gato... son de todo tipo de miedos, de distinto índole y calibre. Por suerte, hay muchos que ya los superé; por ejemplo, ya no le tengo más miedo a manejar y varios de ustedes conocerán las velocidades a las cuales me gusta hacerlo (esta columna se la dedico al Schumacher de Crónica).

En fin, trabajar fue uno de aquellos miedos, especialmente condicionado por mi cualidad de croqueta y mi avasallante síndrome de desatención (¿por qué creen que cambio de tema cada dos por tres inclusive en un simple post?), que no tuve más remedio que superar.

<3>
Hace un año y medio (casi) que estoy laburando en el mismo lugar. Es el segundo trabajo posta que tuve en mi vida; el primero fue como periodista para una revista online que ya no existe y era medio freelance, por lo que nunca tuve que 'lidiar' con compañeros de trabajo.

Es que hoy por hoy, ir a trabajar es el perfecto equivalente de pasarme el día con algunos de mis mejores amigos: charlamos, nos cagamos de la risa, comemos juntos, nos tomamos el pelo, jugamos con Wilson (la pelota de fútbol americana, no el programador), con Sheyla, la pelota inflable amarilla y negra que tiene escrito ‘vamos arriba el bolso’ en drypen rojo (no Raquel), nos llamamos por los internos cuando nos mudan de isla y nos extrañamos y festejamos cuando nos mudan más cerca. Y encima... ¡nos pagan! Bueno... 'nos pagan'. Whatever.

Todo esto va a que mi rutina, mi trabajo, mi día a día, es lo más alejado a esa imagen deprimente que se tiene de la persona tipo que trabaja de 9 a 17 (bue, 12 a 19, si me despierto) y a pesar de que sí, la peor luz bajo la que puede verse una mina en un espejo es la de los tubolux, y a pesar de que sí, al final del día es un laburo y las tareas hay que hacerlas – algunas con más ganas que otras – adoro el lugar donde trabajo, aquel escenario de inspiración para todas estas columnitas que escribo intermitentemente.

Ahh.. aquellos tiempos

Y
adoro a la gente con que laburo. Por eso, el hecho de que alguien esté pensando en irse me pesa tanto como me pesa. No sería la primera vez que sucede, pero eso no quiere decir que uno se acostumbra. Como en todos los grupos de amigos, hay etapas en que te dejás de hablar con unos y te llevás más con otros; hay veces en que la vida fuera del cuarto-piso-arriba-de-Planet-Travel te lleva a diez mil kilómetros por hora y te olvidás que mañana tal vez uno no trabaje más. Y como todo, existe ese miedo de que una vez que alguien se va, se dejan de dar (jijiji), hablan menos, se dejan de ver.... y es peor cuando es alguien a quien realmente considerás un amigazo.

Con lo miedosa que soy yo... ¿cómo no se lo imaginaron? Con lo dramática que soy, ¿cómo no se esperaron el post?

Bah, fuck it:

LU... NO TE VAYAS!! =(

5 comentarios :

Anónimo dijo...

Idiota!!! Awwww, cómo te quiero! Me hiciste llorar leyendo un blog!!!!!!!!!!!
Bah, un blog, un blog, como si fuera cualquier blog, es EL blog.
Te adoro, sos la 1.
Awww... no sé qué decir. :(

Stephanie Biscomb dijo...

Te ayudo un poquito:

"No me voy".

Querés quedar en blanco y negro, Lu? Eh? En serio? Es eso lo que querés? Luckita, no te rajes :P

Alfred dijo...

Hay mujeres que cuando tienen un sapo enfrente sencillamente lo ignoran, porque saben que son buenas en lo que hacen y por más que el sapo sea gordo y feo, ellas no se dejan vencer por el miedo, rabia, odio, etc. Saben ver a los costados y ver la gente que hay, que son como ella. Hay quienes todavía actúan como niñas y ante la primer puteada buscan a mamá. Son dos opciones, válidas. It's up to u.
Si querés profesionalismo y superación, es verdad, andate, este no es el lugar. Aunque me odies por el comment...

Voz Independiente dijo...

La verdad es que me hiciste sentir mucha nostalgia, no solo de mi último lugar...el tuyo, sino de todos mis ex-laburos... tanto que me inspiraste para mi próximo Post.

Anónimo dijo...

No voy a opinar sobre si se debe ir o no... ni sobre lo que puede perder o ganar...
Yo pase por lo mismo, me fui de una empresa donde me sentia bien y llegue a una empresa donde me siento bien... a veces extraño y a veces no...
Mi comentario no ayuda en nada :P pero ta...
Lu, no te vallas :-(

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